sábado, agosto 19, 2006


RIO NEGRO POLITICO
Cumbre de los Gobernadores Radicales: Vientos de cambio o puja de poder?

Los radicales tenemos un sino irremplazable: Cuando la confusión se apodera de nosotros y los principios originarios parecen perderse entre los embates de una realidad cada vez más cambiante, el temor a la pérdida de nuestras más elementales pertenencias retuerce nuestro entendimiento y lo acongoja con la centenaria pregunta: ¿El radicalismo está entregando sus banderas?
Y cada vez que el cisma se produce o la lucha ideológica se traslada al interior del partido, la Unión Cívica Radical encuentra su respuesta volviendo a abrevar en sus fuentes, en ese sino irremplazable que va más allá del tiempo y el poder: Los Principios Fundacionales.
Y esas bases tienen nombre y forma humana: Leandro N. Alem, esa mole de principios éticos que con la sola fuerza de sus convicciones arrasó con las estructuras de poder de fines del siglo XIX, dando origen a los partidos políticos modernos.
En el súmmum de sus definiciones ético morales, Alem proclamaba, fundando la esencia de la Unión Cívica Radical: “Soy intransigente con el vicio y la corrupción y radical en cuestiones de honradez y carácter…yo sostengo y sostendré siempre la política de los principios. Caiga o no caiga nunca transaré con el hecho, nunca transaré con la fuerza, nunca transaré con la inmoralidad. Nunca transaré con los conculcadores de las instituciones y las libertades públicas”.
Consolidaba así, la fuerza moral que le dio vida centenaria a este partido.
Y detrás de ese “hombre de pasiones fuertes, gobernado por una moral severa y por principios tan puros como rígidos”, como solía describirlo su amigo de luchas Francisco Barroetaveña, estaba el demócrata cabal, el cívico preclaro que con sencilla profundidad definía la misión de la política en el uso del poder: “Buena política quiere decir respeto a los derechos; buena política quiere decir aplicación recta y correcta de las rentas públicas; buena política quiere decir protección a las industrias útiles”…
Pero donde más dirigía su energía republicana era en doblegar los defectos del sistema, y lo hacía con la palabra y con la acción. Luchó contra el “régimen” del poder centralista y hegemónico, anteponiéndole los valores de las libertades públicas, la democracia de ideas y el federalismo. No toleraba los vicios del poder, ni en el Estado ni en la Política. Su federalismo humanista era la base de la organización institucional: “Es en el sistema federal en que pueden , con más amplitud y facilidad, desarrollarse las instituciones democráticas, y el gobierno de propios es el que mejor responde a las legítimas aspiraciones de las colectividades, el único que perfectamente armoniza con la naturaleza humana, con su propia dignidad, porque no es verdaderamente meritorio un pueblo o un individuo sino cuando vive de su propio aliento, desarrolla por si solo sus fuerzas y carga con sus responsabilidades”.
En el profético discurso de la capitalización, Alem vaticinaba: “El centralismo absorberá a todos los pueblos y ciudadanos de la República…y la suerte de la República Argentina federal quedará librada a la voluntad y pasiones del Jefe de Estado”…
Preconizaba a quien quisiera escucharlo, que en política no se hace lo que se quiere o lo que se puede. En política se hace lo que se debe o si no, no se hace nada…
Cuando se alejan las consideraciones morales para dar primacía al sentido material de la vida, se explica, como dice Gabriel del Mazo, porqué la Unión Cívica Radical, cada vez, deba volver a las intensas exigencias para las que fue fundada: La lucha federalista contra el centralismo político, económico y cultural, y la lucha moral contra una filosofía material que relega los problemas de la libertad… a los del instinto.
Es imperativo volver a las fuentes, sobre todo en etapas cruciales como esta para la vida futura de la Unión Cívica Radical. Y de esa manera encontrar las respuestas a los interrogantes que hoy desvelan las mentes de tantos correligionarios:
¿Es este un movimiento de fuerzas del interior contra el centralismo partidario de Buenos Aires. Una nueva corriente renovadora o una simple puja por el poder?
¿Luchar contra el centralismo interno por fuera de las estructuras partidarias no significa combatir fuego con fuego y caer en la emboscada del centralismo hegemónico del partido gobernante?
¿Es este un movimiento fundado sobre propuestas políticas legitimadas por el imperio de principios federalistas?
De ser así, ¿no habría llegado el momento de mostrarle a la República que la Unión Cívica Radical puede alzarse sobre sus propios errores, regenerar su espíritu originario y producir los cambios que se esperan de ella, ofreciendo una alternativa política diferente al hegemonismo político de dentro y fuera del partido?
Las respuestas serán dadas según las decisiones que se tomen.
(by rionegroradical. Ob. cit. "Leandro N. Alem", Félix Luna. "El Radicalismo", Gabriel del Mazo)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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