viernes, noviembre 07, 2008


LOS ARGENTINOS, SOMOS COMO LOS ARGENTOS?...

Los argentinos hemos sido ociosos por derecho y holgazanes legalmente. Se nos alentó a consumir sin producir. Nuestras ciudades capitales son escuelas de vagancia de quienes se desparraman por el resto del territorio despues de haberse educado entre las fiestas, la jarana y la disipación.
Nuestro pueblo no carece de alimentos sino de educación y por eso tenemos pauperismo mental. En realidad, nuestro pueblo argentino se muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimientos prácticos y de ignorancia en el arte de hacer bien las cosas. Sobre todo se muere de pereza, es decir de abundancia. Quieren pan sin trabajo, viven del maná del Estado y eso los mantiene desnudos, ignorantes y esclavos de su propia condición. El origen de la riqueza es el trabajo y el capital, ¿que duda cabe de que la ociocidad es el manantial de la miseria?.
La ociocidad es el gran enemigo del pueblo en las provincias argentinas. Es preciso marcarla de infamia: Ella engendra la miseria y el atraso mental de los cuales surgen los tiranos y la guerra civil que serían imposibles en medio del progreso y la mejora del pueblo.

(Juan Bautista Alberdi - Marzo de 1855 - Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina)

sábado, junio 28, 2008



HAY QUE ACLARAR...

DIJO EL LECHERO...

El Poder Ejecutivo Nacional (PEN) ha divulgado continuamente, entre muchas otras, las siguientes falacias que deben ser desenmascaradas:

Hay un lockout patronal. Las 4 principales entidades del campo reclaman hoy juntas la disminución de las retenciones porque eso las beneficia a todas por igual. Los demás intereses fueron, son y serán conflictivos. Los grandes terratenientes están representados por la Sociedad Rural, los pequeños y medianos por la Federación Agraria nacida del Grito de Alcorta (1912). Un capitalista terrateniente vive en la ciudad y explota o arrienda sus campos. Los pequeños productores viven en el campo, son sus propios patrones pero también contratan mano de obra, mucha más que los grandes. El término "lockout", históricamente usado para las fábricas que cerraban sus instalaciones dejando sin trabajo a los obreros, no sólo es inadecuado, es una media verdad que sólo genera enfrentamientos estériles.

La soja degrada la tierra. La soja es una leguminosa, como el trébol de jardín. Como todas las leguminosas, abona la tierra. Como todos los cultivos, extrae nutrientes de la tierra, aunque menos que la mayoría de ellos. La mejor opción de conservación es rotar los cultivos, especialmente con la ganadería, lo que requiere incentivos o disuasivos apropiados, sobre todo para los que usan la tierra como un bien de capital (caso de los pooles de siembra que el alto valor del dólar fomenta), no como una forma de vida.

El cultivo de soja desalienta el del trigo. Una de las razones que hacen tan rentable el cultivo de soja es que permite doble cosecha, a veces triple, combinándola con la de trigo. Éste se siembra en invierno y cuando se levantó su cosecha, se siembra soja. Argentina produce varias veces la cantidad de trigo necesaria para alimentar a todos sus habitantes. Las retenciones a la soja sobrarían para comprar la totalidad de la cosecha de trigo.

La soja no es un alimento. Tampoco lo es el trigo sin procesar, primero hay que convertirlo en harina. El mayor uso de la soja es como alimento en la ganadería intensiva, reemplazando las grandes pasturas inviables cuando la tierra es cara, como en la Argentina de hoy. Una de las razones de la disminución de la ganadería argentina es que sigue usando mayoritariamente el método colonial extensivo. Cuando nuestra ganadería se actualice tecnológicamente, se va a necesitar soja para poder comer carne.

La soja es un yuyo que crece solo. El cultivo de soja es el tecnológicamente más actualizado de la agricultura argentina. La semilla transgénica es plantada por máquinas sembradoras que dispensan automáticamente el fertilizante y otros aditivos controlados por GPS. Los yuyos de verdad no se sacan a mano, se matan con el herbicida glifosato, al que sólo la semilla transgénica es resistente. Los porotos son recogidos por máquinas cosechadoras con control (por computadora) de humedad y otras características críticas. Los verdaderos problemas de la soja son otros: no hay seguimiento oficial de las consecuencias de la difusión de los transgénicos (Argentina es el 2do país del mundo que más los usa) ni de los efectos residuales del glifosato sobre los suelos y las personas; no se controla la tala de bosques por rentabilidad (el gobierno de Salta desafectó una reserva natural para permitir sembrar soja); ocupa escasa mano de obra; la alta tecnología usada sólo la hace viable para los grandes productores o los agrupados en pooles de siembra; la agrupación cooperativa de los pequeños productores es inviable porque no hay créditos baratos para ellos. Para dar trabajo agrario abundante hay que fomentar producciones alternativas intensivas en mano de obra, como la fruta fina, lo que no se hace.

Las retenciones sirven para mejorar las condiciones de vida de los más pobres. La reciente decisión de destinar las retenciones a la construcción de hospitales y caminos rurales se pondrá en práctica recién cuando lo recaudado supere el 35% del valor del grano puesto en barco. Actualmente el porcentaje es sólo del 24% y es poco probable, en el contexto actual, que nunca lo supere. Las retenciones se usan para otras cosas, entre las cuales no son un monto menor los subsidios a grandes empresarios para que vendan o presten servicios a precios razonables. Incluyendo las petroleras, a quienes en promedio la extracción del barril de petróleo les cuesta 8 dólares, pero el PEN, con retenciones proporcionalmente mucho menores que las del agro, les permite venderlo a $ 47. Cuando falta combustible, como hoy, no se impone la "soberanía energética", se mantiene una muda complicidad.

Hay que derrotar al modelo agropecuario de país. Buena producción agropecuaria no es lo mismo que un país gobernado por los productores agropecuarios. De hecho, Argentina nunca lo fue, ni siquiera en la época en que éramos el granero del mundo. Los capitalistas de todos los tiempos ganan dinero con el mejor negocio del momento, caso de (salteándose unos cuantos): ganadería vacuna entre 1820 y 1850; ferrocarriles entre 1860 y 1920; frigoríficos entre 1890 y 1930; especulación inmobiliaria en la década de 1880; azúcar entre 1880 y 1930; industria protegida entre 1930 y 1976; comoddities, en especial soja y petróleo, desde 1990 hasta la actualidad. A lo largo de toda su historia, sin excepción, la producción agropecuaria fue la que generó las divisas que hicieron posible importar todo lo que no fabricamos y eso sigue siendo cierto hoy. La producción agropecuaria es nuestra ventaja comparativa por la fertilidad de nuestros suelos y la calidad de nuestras (hoy escasas) carnes.

Soberanía alimentaria. Se afirma que las "retenciones" (en realidad, derechos de exportación) garantizan la "soberanía alimentaria". El derecho a la comida de los aproximadamente 4 millones de indigentes que tiene el país se aseguraría con un sistema de seguridad social, no clientelista (los opositores indigentes también tienen derecho a la vida), que asegure un porcentaje apropiado del costo mensual de una canasta alimentaria básica. Ese monto es aproximadamente igual al de las retenciones a los granos. Claro está, tiene el "problema" de que si se da "indiscriminadamente" se acabó el sistema clientelista de cambiar comida por votos.

Las "retenciones" son atribuciones del Poder Ejecutivo nacional. El art. 2 del proyecto de ley de ratificación de la resolución 125/2008 cita como fuente de esta atribución al art. 755 del Código Aduanero sancionado por ley 22.415 de la última dictadura militar. La Aduana se ocupa del comercio exterior, que las retenciones gravan. El establecimiento de los derechos de exportación es atribución exclusiva del Congreso. El art. 75 de la Constitución Nacional, cuando enumera lo que le "corresponde al Congreso", establece en su inciso 1: "Legislar en materia aduanera. Establecer los derechos de importación y exportación, los cuales, así como las avaluaciones sobre las que recaigan, serán uniformes en toda la Nación". Estos recursos fiscales ignoran, porque no están diseñados para ellos, las diferencias entre las diversas regiones productoras del país. Mal pueden servir como instrumentos de una política económica justa para el interior no pampeano.

Los vivificantes vientos de las discusiones empiezan a disipar las nieblas de las falacias propaladas por el PEN. Los carperos de la Plaza del Congreso dan muestras de una tolerancia, no exenta de humor, que pocos esperábamos. Los propagadores de las falacias, muchas veces legisladores de supuesto alto nivel educativo que las repiten acríticamente, están comenzando a quedar desprestigiados. Sin embargo, el hecho de que se hayan transmitido con tanta convicción durante tanto tiempo pone en evidencia algunos de los aspectos más negativos de la cultura argentina. La buena práctica de la democracia (que no es sinónimo de dictadura de las mayorías) requiere sabiduría, responsabilidad, respeto y solidaridad. Estos temas deberían ser de estudio obligado en el sistema educativo formal. Los estudiantes secundarios son obligados a memorizar el Teorema de Gauss de los Polinomios sin saber para qué sirve (si no van a ser ingenieros, no les sirve para nada), pero lo más probable es que la mayoría de ellos nunca haya visto ni la foto de un poroto de soja ni participado en un debate respetuoso basado en buena información previa. La realidad no es lo que le conviene a los politiqueros y querer ocultarla con palabras engañosas es como tratar de protegerse del fuego con las manos: más tarde o más temprano se quemarán.

(CARLOS E. SOLIVÉREZ (*) - Extraido de www.rionegro.com.ar)

(*) Doctor en Física y Diplomado en Ciencias Sociales. csoliverez@gmail.com

miércoles, junio 04, 2008






Las retenciones, ¿son impuestos?

Técnicamente las retenciones no son impuestos; son instrumentos de política económica que se utilizan para obtener tipos de cambio diferenciados según el producto. El tipo de cambio expresa en moneda nacional el precio de la moneda extranjera. En el caso actual de la Argentina, se establece un tipo de cambio elevado para favorecer las exportaciones industriales y desincentivar las importaciones. Luego ese valor se corrige, en las exportaciones agroindustriales, aplicando retenciones. Sin embargo, como argumentaremos a continuación, cuando las retenciones superan cierto límite se convierten en verdaderos impuestos.

La mejor manera de entender el modo en que operan las retenciones es con un ejemplo. Actualmente el tipo de cambio del dólar se sitúa en 3,17 pesos debido a la intervención del Banco Central, que compra dólares para mantener elevado el tipo de cambio. La intervención del Banco Central se debe al deseo de las autoridades de promover las exportaciones industriales, desestimular las importaciones en general y, con ello, favorecer el empleo nacional.

Analicemos qué pasaría si el Banco Central dejara de intervenir. En este caso, el valor del dólar en el mercado, debido a la sobreoferta, descendería. Imaginemos que el valor del dólar desciende hasta los 1,90 pesos como resultado del libre juego de oferta y demanda en el mercado. Ese "precio de equilibrio" sería el precio por dólar exportado que recibirían los productos agroindustriales. Es el equivalente a una retención del 40% sobre el valor actual del tipo de cambio (3,17 pesos menos 40% = 1,90 pesos).

Del ejemplo podemos extraer una primera conclusión. Cuando el nivel de la retención no hace más que corregir el tipo de cambio artificialmente logrado por la intervención del Banco Central, estamos en el terreno técnico de las retenciones. Los ingresos reales de los agroexportadores no se ven perjudicados por las retenciones, puesto que se limitan a corregir una distorsión provocada del tipo de cambio de equilibrio sin afectar el valor real de sus exportaciones.

Ahora bien. Imaginemos que las retenciones son elevadas al 60%. En este caso éstas no se limitan a corregir el tipo de cambio sino que el exceso sobre el "precio de equilibrio" -el 20% en nuestro ejemplo- persigue un propósito claramente recaudatorio. El problema es que se está enmascarando un impuesto introducido de un modo ilegal. Los impuestos deben ser aprobados por el Congreso y no pueden ser establecidos por simple decreto. Por otra parte, no pueden ser confiscatorios, es decir que existen límites constitucionales al tipo impositivo resultante.

Determinar el límite que convierte una retención "técnica" en un impuesto no es tarea sencilla. Sin embargo, existe una fórmula que le permitiría al gobierno preservar sus objetivos recaudatorios y a los productores, evitar el efecto confiscatorio: sería considerar las retenciones que superan el valor de equilibrio del tipo de cambio como anticipos del Impuesto a las Ganancias o al de Sociedades (serían equivalentes a las "retenciones en origen", que en Europa se aplican al pago de dividendos, intereses o arrendamientos). De esta manera los productores recuperarían luego, al declarar el impuesto, los excedentes pagados por encima del tipo impositivo máximo que les sea legalmente aplicable. Así nadie pagaría un impuesto superior al 35% de sus beneficios. Por otra parte, se acabaría con la economía informal, puesto que para recuperar el anticipo impositivo los agricultores deberían hacer la correspondiente declaración fiscal.

El eje del cuestionamiento a las retenciones pasa por rechazar el valor aparentemente confiscatorio que han alcanzado. Los productores agrarios no cuestionan la existencia de retenciones sino el nivel elevado al que han llegado con el último decreto del Ejecutivo. Los defensores del gobierno se ufanan en demostrar, mediante discutibles operaciones de ingeniería contable, que los productores de soja obtienen unas rentas extraordinarias de las que sería justo apropiarse. Pero esto no es correcto. En una economía capitalista como la nuestra, no existe límite legal al beneficio que pueda obtenerse por la realización de cualquier actividad autorizada. La única obligación legal consiste en abonar el tributo correspondiente, que en el caso del Impuesto de Sociedades es el 35% del beneficio neto.

Muchos de los conflictos que estallan en la Argentina están vinculados con la dificultad crónica de los actores relevantes para sujetarse al imperio de la ley. Si el gobierno utilizara la vía del Congreso para establecer nuevos impuestos se ahorraría algunos. Probablemente evitaría las reacciones airadas de quienes se despiertan un día, encienden la radio y se enteran de que un nuevo impuesto se ha sumado al elevado peso que soportan sus esforzadas espaldas.

(ALEARDO F. LARÍA, abogado y periodista, Madrid - extraído de www.rionegro.com.ar)


jueves, mayo 08, 2008


¿GUERRA DEL HAMBRE
O GUERRA AL HAMBRE?

¡Has oído bien, la guerra del hambre! Porque esto es una auténtica guerra. Perfecta y fríamente organizada... para mantener el máximo lucro. Porque seguirá existiendo el hambre mientras siga siendo un negocio rentable y nos mantengamos en esta inicua y mediocre conciencia política que la sostiene. Una guerra de múltiples escenarios. Esta si que es auténticamente de dimensión global-mundial. Una guerra que sólo es noticia cuando salta a los medios de comunicación social en forma de catástrofe pero que mata cotidiana y calladamente a una persona por segundo. Una guerra que, como todas, y hoy más que nunca, podría ser evitada, lo que la convierte en aún más canalla. (Solidaridad.net - 2004)

Desde los comienzos de la guerra fría y hasta las últimas décadas del siglo pasado, el Cuerno de África se convirtió en una de las zonas más codiciadas por las grandes potencias mundiales debido a su estratégica ubicación y a su cercanía con medio oriente. Su valor geopolítico fue generador hace algunas décadas de violentos conflictos armados, como la guerra en Somalía en 1977, que dejó miles de muertos y refugiados.

Los motivos por los cuales los países poderosos se codean por esta región situada en el extremo oriental del continente africano hoy son muy distintos, pero una vez mas, la población local es la que sufre los manejos de quienes tienen el poder.

Cuatro años atrás estalló en Darfur, una región ubicada al oeste de Sudán, un conflicto étnico que protagonizaron poblaciones de origen africano y árabe, en su mayoría musulmanes. Los enfrentamientos se agudizaron día tras día, hasta que se desencadenó una guerra que hoy cuenta con más de 200 mil muertos y un tercio de la población del país refugiada.

Hasta aquí, los factores provocadores de este conflicto parecen limitarse a cuestiones étnicas, culturales o religiosas, sin embargo existen motivos de mayor importancia que, paradójicamente, tienen menor difusión en la prensa mundial.

“En África difícilmente se registran guerras civiles por causas étnicas o religiosas, por lo general son conflictos políticos o luchas por el poder”, considera Hilda Varela, investigadora del Centro de Estudios de África del Colegio de México, y explica que debido a la fragilidad o inexistencia de instituciones políticas y sociales en los países africanos, la identidad étnica o religiosa se convierte en el principal “instrumento de movilización política”, por lo tanto se trata de guerras “étnico-políticas o político-religiosas”.

“En el núcleo del conflicto hay una larga historia de exclusión y explotación, en el marco de un sistema autoritario”, amplia Varela.

Ezequiel Escudero, coordinador del área de asuntos africanos del Centro Argentino de Estudios Internacionales, explica que la raíz del conflicto se encuentra en la fuerte inversión China en la región en los últimos años. Este país advirtió que en el cuerno de África, y en especial en Darfur, existen grandes reservas petrolíferas y de otros minerales que hasta hace una década habían sido explotadas en ínfimas proporciones.

Actualmente, la Corporación Nacional Petrolera China (CNPC) se ha convertido en el mayor inversionista extranjero en Sudán. Desde 1999, el gigante asiático ha invertido por lo menos 15.000 millones de dólares en este país africano, comparte una refinería de gran porte con el gobierno sudanés cerca de Jartum y ha construido obras en puertos, rutas y ciudades. No es un dato menor que más del 8% del petróleo chino proviene del sur de Sudán, convirtiéndose en el cuarto mayor proveedor de este insumo.

(Por Danilo Miocevic)

viernes, abril 25, 2008

GREENPEACE:

El principal responsable de los incendios en las islas del Paraná es el Gobierno de Entre Ríos

El 22 de abril el mundo celebra un nuevo Día de la Tierra y en la Argentina lo hemos recibido con los campos en llamas. En este día, en el que deberíamos honrar los incontables beneficios que la naturaleza nos brinda, debemos, sin embargo, hablar de una catástrofe ambiental que ha costado vidas humanas y la pérdida total de ecosistemas por los incendios sin control que todavía hoy arrasan los humedales del Delta.

El principal responsable del desastre es el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos, el cual, en menos de un año, otorgó 153 arrendamientos en las islas fiscales en el departamento de Victoria por 110.684 hectáreas destinados a actividades agropecuarias. La responsabilidad también la comparten el Estado nacional, por el modelo agropecuario que respalda y promueve desde los años ’90, y el sector privado, que ha venido actuando con irresponsabilidad y sin límite alguno en la búsqueda de expandir sus ganancias.

La quema de pasturas en el macrosistema de humedales que constituye el Delta del Paraná, tiene como objeto expandir la actividad ganadera que anteriormente se desarrollaba en otras regiones. Esta presión por nuevas tierras para uso ganadero y a expensas de los últimos ecosistemas nativos, se produce por la expansión de la agricultura, monopolizada por la soja, y promovida por el gobierno provincial.

Muchas organizaciones ambientalistas hemos cuestionado la Ley de Arrendamientos que Entre Ríos aprobó a fines de 2004 ya que constituía la llave para legalizar la expansión de la actividad ganadera en la zona de islas. La quema sin precedentes de estas semanas pone en evidencia la gran incapacidad de previsión de la Secretaria de Producción de la Provincia que promovió la Ley, así como también de los legisladores entrerrianos que levantaron la mano para aprobarla.

Greenpeace, Taller Ecologista (Rosario), Fundación Proteger (Santa Fe), Fundación MBiguá (Paraná) y Fundación Ambiente y Recursos Naturales, FARN, presentamos nuevamente un conjunto de medidas que consideramos fundamentales para garantizar la preservación de los humedales del Delta paranaense y los humedales del litoral fluvial en su totalidad.

(Publicado por Greenpeace Argentina)

lunes, abril 21, 2008


VENENOS Y ANTÍDOTOS...

TRIBULACIONES, LAMENTOS Y OCASO DE UN TONTO REY (y/o Reina) IMAGINARIO, O NO...(gracias Charly!...)

Cuentan que un famoso Rey “de un país del que no quiero acordarme...” daba a sus súbditos un misterioso brebaje consistente en un poderoso veneno para el cual disponía de un antídoto que les suministraba posterior y oportunamente.

Naturalmente, uno se pregunta: ¿por qué “tanto correr para llegar al mismo lado”?, o sea, ¿para qué tomarse el trabajo de envenenar el soberano si después se les daba un antídoto que neutralizaba el efecto del veneno?. ¿No nos enseña la ciencia a recorrer el camino más sencillo, esto es, simplificarse la vida y directamente no envenenar a nadie?... Seguramente, el lector que se hace esta interrogante no es argentino... En efecto, un argentino capta rápidamente de que se trata este “tanto correr”: ¡elemental, las personas que reciben el antídoto no son necesariamente todos los que tomaron el veneno!...

Por supuesto, el Rey en cuestión envenenaba a todo el mundo, pero después condicionaba bajo qué términos y a quiénes suministraba el antídoto: debían darle garantías que votarían por él, ya que esta monarquía del cuento era muy especial: allí se votaba al Rey y había Parlamento y todo, aunque éste era solamente decorativo, exactamente al revés de las monarquías verdaderas en donde el Rey es el que está de adorno y en cambio el Parlamento tiene funciones bien claras, entre ellas nada menos que la de gobernar nombrando al Primer Ministro...

¿En qué se parece esta fábula a la Argentina real en la que se imponen retenciones a todos para después darle “reintegros” a algunos y en la que quienes reciben los “reintegros” deben después devolver favores...?. Seguramente en nada, pero no está de más reflexionar que, si el Parlamento tuviera los poderes que le entregó al Presidente, la política impositiva la dictaría el Parlamento y no un funcionario cualquiera sin tomarse la molestia de consultar con nadie. El Parlamento discutiría la política impositiva y otras más, buscándose consenso entre las fuerzas políticas con lo que un paro como el agrario de 20 días sería bastante improbable.

Si existiera el Parlamento, se discutiría también una Ley de Coparticipación Federal, que además la exige la Constitución de 1994, y entonces las provincias que ahora tampoco existen, tendrían sus propios recursos en lugar de rogar por ellos a la presidencia y no tendrían que “tomar antídotos”, simplemente porque no habría “venenos”...

(JUVENTUD RADICAL SALTA CAPITAL - Por Eduardo Antonelli, economista)